¿Por qué una empresa extraordinaria? Porque fue  uno de los grandes protagonistas de la civilización occidental. Es hora de vindicar al gran aventurero, aunque el léxico y las crónicas policiales han desacreditado ésta palabra. ¿Por qué gran aventurero? Porque fue pionero de pioneros. América es su creación. Se ha pretendido disminuir su empresa. Rebajar su figura, como si pudiese importar  que, antes de Colón, otros navegantes hubiesen conocido el continente. América entró a la historia mundial cuando lo reveló a Europa. La civilización capitalista, anglosajona y protestante fue obra de un navegante mediterráneo, del sur de Europa y católico. Fue el creador del eje y la cultura hispánica. La fuerza personal de Colón, ante el descubrimiento de América, en los libros de historia, se nos presenta exagerada.  Habrían empujado a todo un conglomerado de fuerzas sociales. Las variadas fuerzas sociales que emergieron, en realidad, fueron el producto “de una civilización que comenzaba a mirar el océano como un espacio de posibilidades” (LA GACETA del 12/10). Marcaron y condicionaron, hasta cierto punto, las iniciativas audaces de Cristóbal Colón, que se corresponden “al espíritu aventurero del renacimiento” (ídem). Ese espíritu se condensó en la “carabela”, que fue una “obra colectiva fruto del conocimiento acumulado por generaciones de marinos, artesanos y comerciantes que aprendieron a leer el viento y las corrientes antes que los mapas”. Colón, dotado innegablemente de talento, fue parte dirigente de ese proceso. Hubo condiciones para que éste hombre influyera en los acontecimientos. Ese talento, por un lado, se correspondía a las necesidades sociales de ésa época y al régimen político que lo albergaba.  Y a pesar de las primeras dificultades no le cerraron el camino a Colón, sino  que lo consideraron necesario y útil. De lo contrario nadie puede imaginar que hubiera sido un genio en potencia. El talento de Cristóbal Colón apareció cuando existieron condiciones favorables para su desarrollo, como la “brillante revolución tecnológica que permitió su travesía”. Un talento que se convirtió en fuerza social y cruzó el delicado umbral que separa lo potencial de lo real. En torno a este genial hombre se formó toda una escuela de discípulos que fueron partícipes de la transición convulsa entre la senilidad del régimen feudal y los estertores de una nueva formación social, llamada Edad Moderna, nacida de las ruinas de aquel mundo medieval.

Pedro Pablo Verasaluse  

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